Por mucho tiempo el uso de drogas con fines de esparcimiento ha sido penalizado en gran parte del mundo por gobiernos que ven en el castigo legal la solución al problema.
Sin embargo, el hecho es que a pesar de leyes rígidas no solo en contra del uso, sino también contra la venta de estupefacientes, no se ha logrado frenar ese fenómeno que se expandió en la década de los sesenta y que desde entonces, solo ha ido en crecimiento.
Y es que al atacar los efectos, lo cual les parece más fácil, los gobiernos se olvidan de lo primordial: de las causas, de aquello que genera el uso de narcóticos entre las personas.
En el presente, la organización Human Rights Watch pidió hoy a la Organización de Estados Americanos (OEA), que celebra su 43 asamblea general en Guatemala, aprobar la despenalización del consumo de las drogas, debido a que su prohibición “atenta contra los derechos humanos”
DROGAS Y ALCOHOL
Está claro que las drogas, al igual que el alcohol, obnubilan el juicio de las personas y que dañan a sus usuarios. Aunque a diferencia del alcohol, sobre todo con drogas tan destructivas como la cocaína y la heroína, entre otras, es que los daños son más rápidos y permanentes.
La propagación del narcotráfico, la destrucción de la sociedad que ha generado, el ingreso de los jóvenes en ese inframundo del cual muy pocos salen ilesos, tienen muchos culpables. Entre otras cosas, están la pobre economía, la falta de oportunidades laborales y académicas, las familias disfuncionales actuales que aunque resulte paradójico, hasta lucen normales, etc.
La sociedad, en general, pudiera ser considerada como un ente enfermo fuera de control. Cada joven que usa drogas para evadirse de la realidad o por simple adicción es visto como un infractor, un delincuente; cuando en realidad, no es más que un enfermo, una persona que necesita ser liberada del vicio.
Mas sin embargo, las autoridades, a la vez que castigan a los vendedores de drogas, lo cual me parece correcto, desgraciadamente también castigan a los que las consumen.
El aumento presupuestal en materia de seguridad para crear más policías que controlen a una población víctima de su propia adicción es algo absurdo. En realidad, esos recursos deberían ser dirigidos hacia la readaptación del individuo a su ambiente por medio de programas psicológicos y educativos. Y entre otras cosas, el gobernó podría proveer mucho más entrenamientos vocacionales, tratamientos, consejería, acceso a drogas más ligeras -en el tratamiento de la adicción, ayudan a abandonar las más dañinas y con el tiempo a dejar de depender de los fármacos.
Las autoridades, a través de la penalización, no solo evaden el problema real; lo incrementan. El narcotráfico y la farmacodependencia son una bola de nieve. Solo los métodos correctos pueden ser capaces de pararla.
Si necesita información acerca de cómo salir de la drogadicción y vive en California, visite www.todayna.org
Mándenos sus comentarios a rmsandoval@live.com