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Diez años de estancamiento en los salarios de la mayoría de empleados en este país es lo que me hace pensar si el sistema actual pareciera estar en retroceso.

Y es que mientras que Wall Street logra ganancias récord , las corporaciones parecen no estar de acuerdo en compartir sus ingresos con aquellos que básicamente los generaron: sus empleados.

En esta última década, también vimos el nacimiento de una nueva clase social: Los billonarios. Pareciera que el dinero de todos simplemente hubiese cambiado de manos. Unas pocas manos- y todo esto sucedió en Wall Street, o mejor dicho, entre aquellos que manejan la economía del país mucha veces a base de ‘juegos y apuestas’. Claro, esto es una simplificación de lo que sucede en el sector económico más poderoso del mundo, pero a su vez, pareciera ser sencillamente la forma en que allí se generan ganancias exorbitantes -para algunos- o se pierden cantidades descomunales, algo así como lo que pasó en 2007 durante la crisis financiera que puso al descubierto la fragilidad del mercado global y que terminó rezagando a la clase media, mientras que la clase privilegiada se consolidaba con nuestras pérdidas.

En el presente, la norma de la frugalidad es lo que rige el día a día en la vida de cada empleado, al cual le han congelado sueldos, quitado prestaciones, restado horas de trabajo o simplemente, le han retirado de su posición laboral, aumentando las largas listas de desempleo.

Según un reporte www.epi.org, durante la recesión (2007-2012), los salarios cayeron para un 70% de trabajadores, mientras que, paradójicamente, su productividad aumentó en un 7.7%.

Más intrigantes aún son las estadísticas obtenidas por el tiempo anterior a la recesión. Entre el 2000 y el 2007, el empleado promedio vio crecer sus ingresos solamente en un 2.6%, mientras que su productividad aumentó en un 16%, esto a pesar de que la economía estaba estable en ese periodo.

Simplemente, no ha habido proporción entre el incremento de su productividad y las ganancias del empleado regular. Dicho incremento se debe a que la mayoría de empresas han desaparecido muchas posiciones de trabajo y repartido sus funciones entre las posiciones que quedan. De esta forma, estos trabajadores (entre los que me cuento), no tienen voz ni voto en el aumento de sus tareas diarias a cambio de un salario congelado y menos prestaciones.

Las empresas han logrado mantener este tipo de situación haciendo uso del miedo generalizado que existe entre la clase media de perder un empleo que, dadas las tendencias actuales, difícilmente podrá obtener en otro lugar.

Y si, a través de ese miedo, las empresas han cometido abusos. Como el hecho de despedir trabajadores que tenían sindicato para después reincorporarlos a su posición, aunque claro, ya sin el sindicato de por medio y sin las protecciones que este le brindara.

En resumidas cuentas, lo que este país está presenciando es un retroceso en los derechos laborales. Una paulatina pérdida de todas esas cosas que la clase trabajadora había ido ganando a través de los años.

Y a todo esto, nos queda la simple pregunta: ¿Hasta cuándo?

Clase media, es momento de despertar. Los salarios y las prestaciones deberían crecer junto con la productividad y las ganancias de la empresa. Es simple lógica.

Mándenos sus comentarios a rmsandoval@live.com

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