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El ingreso a otro país para todo inmigrante es como la entrada a un laberinto, en el que solo el tiempo va aclarando el camino a seguir.
El ingreso a otro país para todo inmigrante es como la entrada a un laberinto, en el que solo el tiempo va aclarando el camino a seguir.
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Primera Parte

Ya son un poco más de 18 años desde aquella vez que puse mis pies en este país en 1995.

Recuerdo que estaba emocionado por un lado, y temeroso por el otro. La idea de viajar a un país nuevo, sobre todo a uno cuya cultura había influido tanto en el resto del mundo era sin duda algo que me tenía un poco conmocionado, aunque también no podía evitar ese ligero temor de internarme a lo desconocido.

Tuve suerte de tener los tan deseados “papeles” que me permitieron el paso libre a esta nación. Verá, mi familia y yo pudimos arreglar nuestra residencia gracias a una tía que metió nuestra solicitud para inmigrar 12 años antes. La cita para hacerlo finalmente llegó en el momento en el que yo cursaba el primer año en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. También llegó en un momento en el que mi hermano mayor estaba por venirse a probar fortuna junto con un primo, aunque claro, de la misma forma en que lo hacen cientos de miles de personas: a través del río.

Mis estudios se vieron interrumpidos por este hecho, al igual que el plan de mi hermano. Viajamos en autobús a ciudad Juárez a la cita del consulado mi madre, mis dos hermanos y yo.

Una entrevista fallida en la que nos citaron nuevamente en un mes para que presentáramos más documentos hicieron a mi madre decidir llamar a mi hermana que ya vivía en California por ese entonces. Ya habíamos pasado semana y media en un cuarto de hotel y mi madre solo tenía dinero para unos cuantos días más. Fue entonces que mi hermana pidió ayuda a conocidos suyos para que nos dieran albergue.

Doña Ana nos tendió la mano y nos brindó su hospitalidad generosamente.

Finalmente el día de la segunda cita llegó. Fue en medio del proceso que el oficial migratorio nos dijo que mi hermano Gerardo, quien había cumplido 21 años en esos días, no iba a poder ser emigrado junto con madre y sus hijos menores de edad -mi hermano Armando y yo.

Fue un golpe fuerte para mi hermano y algo irónico para mí, ya que yo no tenía intención en ese entonces de venirme a vivir a los Estados Unidos.

Días después, al recibir el documento de residencia norteamericano, mi madre y Armando cruzaron la frontera y se dirigieron hacia el domicilio de mi hermana. Yo por mi lado, me fui siguiendo a Gerardo quien había partido días antes de regreso a la Ciudad de México.

El, decepcionado por lo sucedido, retomó su antiguo trabajo. A los 9 meses se casaría, aunque nos avisaría 3 meses después del evento.

Yo, por mi parte, sabía que si decidía quedarme en el D.F. a terminar la carrera, iba a tener que rascarme con mis propias uñas, pues mi madre, deseando que me fuera con ellos, me dijo que no iba a poder apoyarme en mis estudios.

Terminé el año escolar y decidí entonces tomarme un año sabático para trabajar en “el gabacho”; para conocer más de aquel país que conocía solo a través de Hollywood y del Rock ‘n Roll.

Ese fue el principio de mi historia como inmigrante en Norteamérica. Aquí me daría cuenta que a pesar de tener documentos, iba a tener que empezar como todos los que aquí llegan, desde cero. Si, iba a sentir la seguridad de transitar sin el temor de que me deportaran como muchos de los amigos que aquí haría, pero nadie me prepararía para lo que venía.

Fuera de trabajar los fines de semana para poder comprarme ropa a mi gusto o salidas con mis amigos, nunca había tenido un trabajo real. El salto de estudiante e “hijo de casa” a obrero fue duro. Pero en ese entonces, la idea de venir solamente un año, era lo que me hacía tomar todo como una simple aventura. Y sí, como mucha gente que llega aquí con los mismos planes, llegué a darme cuenta con el tiempo, que aquel adagio de “si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”, tendría en mi caso, una confirmación más.

¿Tiene una historia que quisiera contar? Mándenosla a rmsandoval@live.com y podríamos publicarla.

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