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Desde el 2007, el país y el mundo entero han estado en un estado continuo de crisis financiera. La luz al final del túnel parece alejarse conforme caminamos.

Aunque curiosamente, en estos momentos en los que la clase media ha sido vapuleada constantemente y que luce en riesgos de desaparecer; las empresas dentro de la bolsa de valores por su parte, han producido récords de ganancias nunca antes vistos.

Este suceso es lo que ha generado una concentración de las riquezas en pocas manos. En otras palabras, los ricos son ahora super-ricos.

La proletarización de la clase media ha sido inminente. Y una clave para que esto se lograra fue la paulatina desaparición de los sindicatos que comenzó probablemente desde la administración del presidente Jim Carter en 1978 y se agudizó durante la presidencia de Ronald Reagan con su empuje hacia la llamada globalización después de la caída del bloque comunista.

Desde entonces, aquella gente que parece que estuviera haciendo las cosas correctas para asegurar una estabilidad financiera no ha encontrado seguridad real. Al contrario; ahora su capacidad de gasto ha mermado, cosa que ha venido a ser muy evidente después del gran fraude financiero cometido por los grandes bancos en el 2007.

Como muestra de esta polaridad económica; en todo EE.UU., los negocios que ahora ofrecen productos de lujo se han beneficiado grandemente, mientras que aquellos que se enfocaban en la clase media, han perdido una gran cantidad de clientes, los cuales ahora usan los servicios más baratos destinados a la clase pobre.

Mientras que la productividad ha ido en constante aumento desde 1978, los salarios se han mantenido con poco o nulo incremento.

Las empresas hoy en día -sobre todo las poderosas-, han ido quitando ‘privilegios’ a sus trabajadores. Entre salarios recortados y/o congelados, aumento de tareas, reducción de vacaciones, desaparición de la contribución empresarial al fondo de trabajadores (el llamado 401 K), etc.; el empleado regular actual ha tenido que verse en la penosa situación de recortar gastos y tratar de conservar su empleo a toda costa.

Y es este el ambiente que las mismas empresas han creado entre sus trabajadores -pareciera que muy apropósito, pues genera un temor constante entre estos por su propia seguridad financiera-.

Aquella idea de que “nadie es indispensable” no se había explotado tanto como ahora. Con ella, los trabajadores no hacen más que aceptar sumisamente que las empresas les retiren todo aquello que se había ido logrando a base de lucha y sufrimiento. Y con “aquello” me refiero a las cosas que volvían la idea del trabajo algo digno y prometedor.

Mientras tanto, resulta bastante indignante ver como esas mismas empresas que siguen fomentando un ambiente de crisis financiera entre sus empleados, están logrando ganancias superiores y sin precedentes.

Todo luce como una manipulación de las masas para que de modo conveniente, desaparezca la clase social que es la que a través de la historia, ha sido la productora de cambios beneficiosos para la misma humanidad -hecho que no solo logrará extender la supuesta crisis actual que más bien parece impuesta… sino el mayor enriquecimiento de unos cuantos.

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