El caso de Sandra Bland, mujer negra que perdiera la vida en manos de la policía por una simple parada de tráfico, ha estado haciendo eco de historias recientes en las que miembros de minorías raciales, son fatalmente abatidos por oficiales del orden público.
Ciertamente hay muchas interrogantes acerca de su caso. La policía alega que se suicidó mientras estaba en su custodia, versión poco creible para los familiares y para aquellos que la conocían. Y esta versión se vuelve más inverosimil aun cuando el departamento de Policía se niega a mostrar videos e información sobre el arresto, sucesos ya comunes cuando existe algo turbio.
Texas, un estado del sur de los Estados Unidos, ha tenido por mucho tiempo una historia de racismo e intolerancia. No es extraño pues, que la policía de muestras de estas dos reprobables características.
En el 2008, Glenn Smith, Alguacil del Condado de Waller, donde sucedió el arresto, fue despedido por racismo en otro condado.
El mismo fiscal general encargado de revisar el caso, que a su vez ha sido acusado de racista, dice que no hay nada de que preocuparse en este caso, y ha dejado que el mismo departamento que dirigió el arresto se encargue de la investigación, o lo que es más lógico pensar, que borren o alteren sus evidencias.
Bland era una mujer brillante que se dirigía a su primer día de trabajo en la universidad de Prairie View A&M, la misma escuela de la que se graduó. Esta chica se caracterizó por ser una activista en contra del racismo y la brutalidad policiaca en Texas, su estado natal. Ella inclusive administraba una página que cobraba popularidad en la cual mostraba videos e información sobre estos temas.
Según estadísticas de naacp.org, la gente negra en América está 6 veces más expuesta a ser encarcelada que la blanca.
Hasta el 2008, los hispanos y los afroamericanos componían el 58% de la población total en las cárceles. Yo creo que los datos hablan más fuerte que cualquier palabra.
¿Qué cree usted?
