El fin de este año desgraciadamente viene acompañado de eventos fatales tristes para el estado de California.
Los tiroteos en la ciudad de San Bernardino que dejaron 14 muertos y múltiples heridos, más que dejarnos la marca del terrorismo, nos sembraron muchas incógnitas.
Si bien no conocemos a ciencia cierta los motivos de los asesinos, su origen afgano ha dado lugar a conclusiones de que el fatal evento fue con fines terroristas.
Pero como en este caso, la ausencia de alguna adjudicación en el que algún grupo terrorista se proclame como autor intelectual, nos deja con muchas preguntas. No ayuda en nada que tampoco exista manifiesto alguno por parte de los autores del crimen múltiple.
Según Obama, esta es una nueva era en el terrorismo en la que los “lobos solitarios” se adhieren a sus filas.
Pero, como dije antes, no existe siquiera un alegato de ningún tipo por parte de los ahora llamados terroristas que explique sus acciones. Entre sus planes, lo más lógico sería que, como supuestos terroristas que eran, nos dejaran saber el por qué de sus acciones, si existen otros como ellos y que es lo que buscaban cambiar. No existe ni siquiera una amenaza futura específica.
Por todas estas cuestiones, no entiendo cómo es que este evento fatídico pueda ser tomado como terrorista.
Y aunque según las autoridades, un cómplice hispano que les abasteció de armamento declaró que los asesinos habían planeado junto con él un ataque frustrado en el 2011; aun carecemos de un móvil o de causas específicas para que estos realizaran esos planes.
Recientemente, un portavoz del FBI declaró que no existían realmente nexos entre la siniestra pareja y el Estado Islámico. Entonces, a final de cuentas, ni eso tenemos.
Los tiroteos en masa de estos últimos años realizados por desequilibrados, son algo tan nuevo como el presente siglo, el cual llegó convulsionándose entre ataques terroristas y dichos asesinatos en masa.
Aunque una cosa si es cierta, que ataques como estos no pueden determinar nuestras vidas; y estas no pueden regirse por el temor constante de este inexplicable tipo de violencia.
La vida sigue… a pesar de todo.
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