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Una señal de tráfico para la sede de la Administración Nacional de Seguridad (NSA) se observa en Fort Meade, Maryland, EE.UU., el 22 de diciembre de 2013. A raíz de la desición de jueces federales sobre la recolección de datos de las llamadas de teléfono de los estadounidenses de la NSA, llamando la acción inconstitucional, miembros del Congreso consideraron las opciones de política para reformar el programa de vigilancia de la NSA.
Una señal de tráfico para la sede de la Administración Nacional de Seguridad (NSA) se observa en Fort Meade, Maryland, EE.UU., el 22 de diciembre de 2013. A raíz de la desición de jueces federales sobre la recolección de datos de las llamadas de teléfono de los estadounidenses de la NSA, llamando la acción inconstitucional, miembros del Congreso consideraron las opciones de política para reformar el programa de vigilancia de la NSA.
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La seguridad nacional y la privacidad nuevamente se han puesto en la balanza hoy miércoles 17 de febrero del 2015, cuando la compañía Apple se negó a proveer al FBI una forma de desbloquear el iPhone, su producto más vendido en todo el mundo.

Esto surge después de que el FBI, al ser incapaz de lograr acceder al iPhone usado por Syed Rizwan, co autor de la masacre de San Bernardino, exigiera a la compañía -por medio de una orden judicial- que les proveyera de un programa para lograrlo.

En el presente, los populares iPhones usan una interface que discapacita a cualquiera, incluyéndolos a ellos, a acceder a dato alguno del usuario.

Aplaudo la decisión de esta corporación. Según Tim Cook, presidente de Apple, se oponen a esa orden porque “tiene implicaciones más allá del caso legal en cuestión”.

Y es que ¿quién dice que la intromisión del gobierno va a parar allí? Ya todos sabemos de los excesos que fueron cometidos por parte de la Agencia Nacional de Seguridad con sus programas de espionaje indiscriminado en contra de personas comunes y corrientes que no posaban peligro alguno para la seguridad nacional.

A mi forma de ver, ya era justo que una compañía se negara a cooperar con el gobierno en este tipo de cuestiones. Y es que, esas extralimitaciones llevadas a cabo por el estado en la última década, no nos han beneficiado mucho que digamos; sin embargo, si han mermado en gran manera nuestro derecho a la privacidad.

Si hubiera un uso responsable de dicho espionaje, si se enfocaran en casos reales que resultaran un peligro obvio para la nación; nadie se opondría a que Apple acepte hacer lo que le exigen. Pero no es así.

Si hubiese transparencia y supervisión adecuada sobre dichos programas de vigilancia extrema, todos estaríamos de acuerdo en que el fin justifica los medios. Pero, desgraciadamente, esto solo facilitaría y extendería el espionaje del estado sobre la población.

Aun hoy en día, hay muy pocos indicios de que estos programas nos hayan evitado ataques como el acontecido en San Bernardino. El que dicha masacre haya podido ser posible a pesar de tanto espionaje gubernamental, nos hace preguntarnos, ¿en verdad vale la pena renunciar a nuestra privacidad más aun?

¿Realmente tendremos que seguir pagando justos por pecadores… en vano?

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