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Washington, 14 oct (EFEUSA).- Gobernadores, vicegobernadores, legisladores en la Cámara de Representantes, pero, sobre todo, senadores serán la clave en juego en las próximas elecciones legislativas que se celebran este 4 de noviembre.

El control del Senado será el gran valor en los comicios, en los que los republicanos solo necesitan seis asientos más en la Cámara alta para arrebatársela a los demócratas y tener en sus manos la totalidad del Congreso.

Las próximas elecciones a mitad de legislatura someterán a votación de los ciudadanos la totalidad de la Cámara de Representantes, que, según los analistas, permanecerá en manos republicanas.

También se elegirán dos tercios del Senado, mientras que varios estados votarán por sus gobernadores y otros puestos de las administraciones estatales.

La pregunta es, por tanto, si los conservadores lograrán hacerse con esos seis senadores más en liza para poder conseguir el poder absoluto sobre las dos cámaras, una situación que dificultaría sobremanera los dos últimos años de mandato del presidente Barack Obama.

Animados por los bajos índices de popularidad del mandatario, los republicanos tratan de reflejar en sus adversarios demócratas las “políticas fallidas” de Obama para alejar a los votantes de las urnas, y es que, además, el electorado más progresista tiende a quedarse en casa en los comicios legislativos.

“Obama tiene números de aprobación muy bajos y es importante para los demócratas que se presentan no hacerlo ‘con’ Obama, sino hacerlo en base a sus asuntos estatales y locales, donde pueden esgrimir una sólida argumentación a su favor”, explicó a Efe el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Iowa, Steffen Schmidt.

“Los escándalos de la Administración Obama con el Servicio Secreto, los problemas de la Administración de Veteranos, Siria e incluso la respuesta al Ébola han hecho que el presidente sea un gran problema para los demócratas. Por eso, se están haciendo campañas locales. En algunos casos, incluso criticando a Obama”, advirtió el experto.

Todos los analistas asumen que los republicanos arrebatarán a los demócratas tres estados en los que el actual senador de ese partido no se postula para la reelección, esto es, Montana, Dakota del Sur y Virginia Occidental.

De este modo, la batalla más intensa se plantea en cinco estados claves, de los cuales los republicanos solo necesitarían tres victorias, y las predicciones para su desenlace han oscilado en las últimas semanas en función de los acontecimientos.

Uno de ellos es Carolina del Norte, un estado que Obama ganó en 2008 y perdió en 2012, y donde las minorías, entre ella la latina, podrían dirimir de qué lado de la balanza se inclinan las votaciones.

Iowa actuará como otra posible horquilla de poder, sobre la que, en un principio, los demócratas estaban muy seguros sobre el triunfo del representante Bruce Braley en sustitución del senador Tom Harkin, pero una serie de tropiezos del primero están haciendo tambalear sus opciones.

Con el mismo o mayor peso se encuentra Colorado, un estado con una gran población hispana que puede resultar crucial, pero que también sufre grandes cambios demográficos y que, de acabar en manos republicanas, casi garantizaría a los conservadores el control del Congreso.

Mientras tanto, en dos de los estados “rojos”, Luisiana y Arkansas, dos senadores demócratas, Mary Landrieu y Mark Prior, luchan por conservar sus asientos en medio de la campaña antidemócrata lanzada por los republicanos en medio de las turbulencias por las que pasa la Casa Blanca.

Así, las expectativas parecen más halagüeñas para los conservadores, que tienen margen de error para hacerse con la mayoría del Senado, pero muchos también advierten del descontento generalizado que ha imprimido la mayoría republicana en la Cámara baja, que llegó a provocar el cierre del Gobierno el otoño pasado.

Estas últimas semanas se presentan, por tanto, como una carrera a contrarreloj para ambos partidos, en la que el puerta a puerta y la movilización del voto sobre el terreno serán los factores que definan el futuro del Capitolio para los próximos dos años. EFEUSA