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Fotografía de archivo fechada el 6 de septiembre de 2005 que muestra el cementerio Metairie inundado una semana después del paso del huracán Katrina en Nueva Orleans, Luisiana, Estados Unidos. EE.UU. se prepara, hoy 26 de agosto de 2015, para recordar a los más de 1.800 muertos que dejó el devastador "Katrina", el desastre natural más costoso de su historia y el peor huracán en casi un siglo.
Fotografía de archivo fechada el 6 de septiembre de 2005 que muestra el cementerio Metairie inundado una semana después del paso del huracán Katrina en Nueva Orleans, Luisiana, Estados Unidos. EE.UU. se prepara, hoy 26 de agosto de 2015, para recordar a los más de 1.800 muertos que dejó el devastador “Katrina”, el desastre natural más costoso de su historia y el peor huracán en casi un siglo.
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Washington, 28 ago (EFEUSA).- Cuando Nueva Orleans era una ciudad fantasma tras el devastador paso del huracán “Katrina”, miles de trabajadores latinos llegaron a ese lugar de donde todos se iban y muchos terminaron por echar raíces en una urbe que en estos diez años ha visto acentuada su histórica diversidad.

Con el “Katrina” surgió una fuerte demanda de mano de obra para labores de limpieza y reconstrucción: el huracán inundó el 80 por ciento de esta ciudad sureña de Estados Unidos, destrozó 250.000 viviendas y dañó un millón más.

Muchos de los trabajadores procedían de otros estados del país pero otro buen porcentaje llegó directamente de sus naciones de origen. La gran mayoría eran centroamericanos, sobre todo hondureños.

“Algunos regresaron al lugar de donde vinieron, otros fueron deportados y otros se establecieron aquí. La población inmigrante latina en Nueva Orleans y su área metropolitana ha florecido desde entonces, aunque ya había una población hispana previa al ‘Katrina'”, explica a Efe por teléfono desde Nueva Orleans Fernando López, organizador comunitario con el Congreso de Jornaleros.

El Congreso es una asociación que constituyeron los trabajadores de la reconstrucción de Nueva Orleans para defender sus derechos y denunciar los abusos.

“Los jornaleros han hecho trabajos muy peligrosos para reconstruir Nueva Orleans. Formaron el Congreso para luchar por su dignidad y defenderse de la explotación brutal de los empleadores, la Policía y las autoridades de inmigración”, reza el manifiesto fundacional.

En 2006, un año después de la catástrofe, alrededor de la mitad de la mano de obra para reconstruir Nueva Orleans era latina y el 54 % de ellos indocumentados, según un estudio de la Universidad Tulane y la Universidad de California en Berkeley.

“Pese a que su labor era clave, estos trabajadores fueron víctimas de muchos abusos e injusticias como el robo de salario, la explotación laboral, la exposición a materiales tóxicos, la discriminación y persecución por parte de varias agencias policiales, así mismo como la deportación masiva de cientos de ellos”, denuncia López.

La histórica diversidad de Nueva Orleans se acentuó tras el “Katrina”: descendió la población negra, mayoritaria y la más sacudida por la catástrofe, y crecieron la blanca y la hispana.

En 2005, los afroamericanos representaban el 67,3 % de la población, y pasaron a ser el 58,8% en 2006 y el 59,8 % en 2014, según los últimos datos de la Oficina del Censo.

“La mayoría de los afectados por el ‘Katrina’ fueron negros, por razones económicas. Los que tenían dinero y transporte, mayoritariamente blancos, pudieron irse antes”, explica a Efe Ernest Johnson, presidente de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP) en el estado de Luisiana, donde se ubica Nueva Orleans.

“Decenas de miles de personas nunca volvieron, la mayoría negros. Cuando llegaron los aviones del Gobierno, los evacuaron a todas partes del país y allí se establecieron. El dinero que les dieron no les permitía volver, pero sí empezar una nueva vida allí”, añade el activista, que denuncia que el Gobierno “no hizo suficiente” para que estas personas pudieran volver.

La población blanca de Nueva Orleans pasó en los diez años posteriores al ‘Katrina’ de representar un 26,5 % a alcanzar el 31,2 %. Muchos en la ciudad denuncian que sólo ellos pueden permitirse vivir en los nuevos barrios y edificios construidos con fuerte inversión privada tras el huracán.

Y en ese contexto cambiante, los latinos casi han duplicado su presencia: del 3,5 % en 2005 al 5,5 % en 2014. Sin contar los indocumentados, la mayoría de los que llegaron tras el huracán.

“Esta nueva generación de inmigrantes en Nueva Orleans no vino solo a ayudar a esta ciudad con su trabajo, sino también a revitalizarla económica y culturalmente. Sin embargo, aún sigue enfrentando grandes retos como la explotación laboral continua y la discriminación racial por parte de varias agencias gubernamentales”, denuncia López.

Los trabajadores latinos que contribuyeron a reconstruir Nueva Orleans tras el huracán “Katrina” reclaman ahora el papel decisivo que jugaron tras la catástrofe y forman parte de la nueva fisionomía de una ciudad que ha visto acentuada su tradicional diversidad en los diez años posteriores a la tragedia. EFEUSA