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LA FAMILIA MICHOACANA: El Estado despliega más de mil policías federales en Michoacán

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MORELIA, Mich., julio 15 (EL UNIVERSAL).- Hace 17 años el general Rodolfo Cruz López estaba al igual que hoy rodeado por un grupo de jóvenes. Entonces, como hoy, los alentaba, les decía que había que jugarse todo y que había que ganar, pues para eso se compite.

En 1992 el general Cruz era el couch del equipo Centinelas del cuerpo de guardias presidencial. Ese año había tomado al equipo en el último lugar de la tabla de la liga mayor de futbol americano y los llevó a la final.

Hoy en el círculo que lo rodea no hay jugadores sino hombres de 27 años en promedio que con el rostro cubierto por pasamontañas, sus uniformes azules y sus rifles R-15 están listos para salir a pelear contra el cartel de “La Familia Michoacana”, que en los últimos días lanzó una ofensiva inédita en contra de la Policía Federal.

“Estamos aquí porque estamos convencidos de que vamos a ganar. Si pensáramos que no podemos ganar ni siquiera hubiera valido la pena haber venido. Vamos a darles con todo, no quiero que nadie se eche para atrás”, decía el general Cruz a los jóvenes que le rodeaban, aunque hoy ya no es un entrenador sino el responsable del despliegue territorial del la Policía Federal.

“Usted sabe que nosotros no nos echamos para atrás, el otro día cuando nos los topamos les dimos con todo y no nos echamos para atrás”, le respondió al general un joven ex militar que se unió a las Fuerzas Federales de Apoyo de la Policía Federal y que el sábado pasado participó en la detención de Arnoldo Rueda Medina “La Minsa”, coordinador operativo de La Familia Michoacana.

Con el rostro descubierto, este policía federal bajito y de bigote muy bien recortado platicó cómo los sicarios de La Familia intentaron rescatar a La Minsa y les lanzaron granadas.

“La adrenalina era mucha, disparé todo un cargador, luego le puse otro y otro más, no sé cuántos tiros disparé pero no nos lo pudieron quitar. Una granada nos cayó a unos metros pero afortunadamente no nos pasó nada”, relata.

El policía federal asegura que en varias ocasiones le han ofrecido dinero, mucho más del que el gana en la Fuerza para ayudar a los narcotraficantes pero dice que no ha aceptado simplemente porque él desde que llegó al Ejército le ha gustado estar del otro lado.

Otro joven también de 27 años y que proviene del Ejército confiesa que a él aún no le ha tocado disparar su arma de cargo, pero que no dudaría en hacerlo para combatir a los miembros de La Familia.

En el estado se puede oler que una ofensiva de las fuerzas federales está cerca. Este jueves Michoacán amanecerá con un despliegue de cuatro mil elementos entre policías federales, Ejército y Marina.

En un avión 727 de la Policía Federal llegan a Michoacán junto con el general Cruz, un centenar de policías que se unirán al despliegue de los mil 200 que ya se encuentran en el estado. Todos saben que hace unos días 12 de sus compañeros fueron ejecutados por órdenes de La Familia Michoacana. Están ofendidos, están dolidos y no ocultan las ganas que tienen de enfrentar al enemigo.

Sobre la pista del aeropuerto de Morelia se encuentran listos helicópteros Black Hawck y vehículos tácticos blindados que se unirán a la ofensiva contra el cartel.

“Vamos a ir a esa carretera que dicen que no se puede transitar, vamos a ver si se puede o no se puede”, asegura el general en tono irónico al referirse a la autopista Siglo XXI. A la orilla de esa carretera fueron abandonados el pasado lunes los cuerpos de los 12 policías torturados y ejecutados por órdenes de La Familia. En esa vía también fue asesinado la madrugada del martes otro policía federal y horas más tarde un autobús que transportaba a 30 agentes federales fue atacado con granadas y armas de fuego.

El general Cruz, un militar de 66 años con 50 de carrera en las armas sabe que hace unas horas uno de los enemigos por los que vienen a Michoacán, Servando Gómez Martínez , alías La Tuta tuvo la osadía de estar en un programa de televisión para dar su mensaje, incluso decirle al presidente de la República que los de La Familia Michoacana no son sus enemigos.

Ese mensaje lo enoja y dice: “La diferencia entre ellos y nosotros, es que nosotros si damos la cara y tenemos un uniforme”.

El militar sabe claramente que uno de los retos que tiene que superar para poder vencer a su enemigo es luchar contra la base social que La Familia Michoacana ha sabido construir en varios municipios de la entidad y que ayuda a los líderes de esta organización a esconderse y huir de la justicia. Asegura que los líderes de este cartel utilizan una táctica similar a la de la guerrilla, atacan en un lado, se deshacen de las armas y en pocas horas ya se encuentran refugiados en otro lugar.

El general toma del hombro a varios de sus muchachos y uno por uno va platicando con ellos, los motiva y como si se tratara de jugadores de futbol les explica cual va a ser la estrategia. No les ofrece muchos detalles pero una y otra vez les reitera que este trabajo no es para cobardes, que los cobardes se tienen que quedar en su casa.

“Es duro, ven caer a sus compañeros, y hay que animarlos”, comenta el militar.

Vamos a partirles la madre, sólo necesitamos huevos, arenga el general y varios de sus muchachos eufóricos le responden que están listos.