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Manifestantes participan en la Marcha de Millones de NYC, en Nueva York, Nueva York, EE.UU., 13 de diciembre de 2014. Los manifestantes marcharon en la ciudad de Nueva York y Washington, DC en contra de las decisiones de gran jurado en los casos de disparo de la policía Mike Brown y Eric Garner. (Estados Unidos)
Manifestantes participan en la Marcha de Millones de NYC, en Nueva York, Nueva York, EE.UU., 13 de diciembre de 2014. Los manifestantes marcharon en la ciudad de Nueva York y Washington, DC en contra de las decisiones de gran jurado en los casos de disparo de la policía Mike Brown y Eric Garner. (Estados Unidos)
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Nueva York, 19 dic (EFEUSA).- Estados Unidos ha sufrido este año dos casos graves de violencia policial contra afroamericanos que han desatado numerosas protestas ciudadanas y han generado dudas sobre si, verdaderamente, la justicia es igual para todos.

Nueva York y Ferguson (Misuri) han sido escenario de estos dos casos. Las víctimas fueron Eric Garner, de 43 años, muerto por una llave de inmovilización policial no autorizada, y Michael Brown, de 19 años, que pereció por media docena de disparos policiales.

En ambos casos, el primero el 19 de julio y el segundo el 9 de agosto, los presuntamente responsables son policías blancos. Y en ambos casos, grandes jurados instalados para ver las causas decidieron que no había motivo para presentar cargos criminales.

Las protestas que se desarrollaron en Ferguson y en Nueva York, y que se extendieron a muchas ciudades del país, han surgido no sólo por la muerte de los dos afectados, sino también por las decisiones judiciales que libraron del procesamiento penal a los policías.

Esta decisión “ha dejado a muchos con la legítima preocupación sobre un patrón de impunidad cuando las víctimas del uso excesivo de la fuerza son de origen afroamericano u otras comunidades minoritarias”, manifestó la experta Rita Izsák.

Izsák, relatora especial sobre minorías, integró un grupo de personalidades independientes de Naciones Unidas que se refirió a ambos casos y que se hizo eco de una “preocupación legítima” por la brutalidad ejercida contra afroamericanos.

Una preocupación que también reflejó el presidente Barack Obama, el primer gobernante de raza negra que llega al poder en el país, un hito que demostró que Estados Unidos estaba en camino para superar las tensiones raciales que se arrastran desde hace décadas.

“En demasiados lugares de este país existe una profunda desconfianza entre las fuerzas de seguridad y las comunidades de color, parte de esto es el resultado de una historia de discriminación racial en este país”, afirmó Obama.

“Es trágico -añadió- porque nadie necesita más la protección policial que las comunidades pobres con altos índices de criminalidad”.

Lo dijo Obama y lo dicen las encuestas. Un sondeo hecho por The Wall Street Journal y la cadena NBC difundido esta semana indica que sólo el 40 % de los estadounidenses piensa que las relaciones raciales en el país son aceptablemente buenas o muy buenas.

En un país que lleva medio siglo luchando por los derechos civiles, todavía hay un 34 % de la población, según esta misma encuesta, que cree que las relaciones raciales son bastante malas y el 23 % muy malas, para un total del 57 %.

El dato implica un retroceso importante. Cuando Obama llegó al poder, en 2009, el 77 % de los encuestados pensaba que las relaciones raciales eran muy buenas o aceptablemente buenas, y sólo un 21 % malas.

Ese sentimiento se reflejó en las calles. Hubo marchas masivas en Nueva York, Washington y numerosas ciudades, y por supuesto en Ferguson, con una violencia que obligó al estado de Misuri a decretar el estado de emergencia.

Probablemente no se veían protestas tan intensas en Estados Unidos por tensiones raciales desde que fue brutalmente golpeado por un grupo de policías blancos, en Los Ángeles, el afroamericano Rodney King.

Ha habido manifestaciones, vigilias, marchas y muchos discursos pronunciados por líderes espontáneos y por dirigentes que han aprovechado el momento para sacar provecho propio.

En el caso de Nueva York una de las últimas frases de Garner, “¡No puedo respirar!”, repetida once veces mientras un policía lo ahogaba, se ha convertido ya en lema de protestas, al igual que la frase “¡Manos arriba, no dispare!” gritada en Ferguson.

“Cuando algún progreso se ha hecho en generaciones anteriores no continuará como si fuera un momento perpetuo, sino como un tema de empuje continuo”, sostiene el columnista de The New York Times Charles M. Blow al hablar de estas protestas.

“Las relaciones raciales desde luego no son peores de lo que eran hace cincuenta, cien o cuatro cientos años, pero hay una frustración persistente de que las cosas no han avanzado tan rápido como muchas esperaban”, agrega. EFEUSA