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Estados Unidos, un país que no ha ratificado el Protocolo de Kioto pese a ser uno de los mayores emisores de CO2 del planeta, acudirá a la XVIII Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático.

Es evidente que se enfrentará a los mismos cuestionamientos de años anteriores y el gobierno de Obama tendrá que ofrecer nuevos argumentos.

Pese enfrentar algunos indicadores de tal fenómeno, como la peor sequía en décadas y un ciclón sin precedentes, Sandy, los norteamericanos siguen enfocados a un tema que es compatible con los asuntos ecológicos: la creación de empleos.

La producción de mejores fuentes de energía sostenibles y el mejoramiento de la ecología y la calidad del aire pueden impulsar a la economía del Siglo XXI.

Para esto se requiere de un nuevo discurso que solamente fue bosquejado antes de la actual administración y al finalizar esta campaña presidencial.

Es un tema al que se le tiene temor por la falsa idea de que es incompatible con la generación de empleos.

Incluso, el candidato Mitt Romney se burló de esas preocupaciones cuando atacó a su contrincante diciéndole que mientras Obama se preocupaba de la temperatura del oceano, él se enfocaba en la economía familiar.

La creación de falsas dicotomías es un recurso muy socorrido entre quienes no tienen muchas ideas para resolver los grandes problemas de la civilización.

Ahora mismo que el país aborda el tema del “precipicio fiscal”, muchos verán la Conferencia de la ONU como un asunto meramente protocolario.

Pero, la realidad es que muchos de los votantes que reeligieron a Obama están mejor informados de los riesgos de la inacción sobre los temas ambientales.

La economía del Siglo XXI está catapultada por inovaciones en la forma de comunicarnos, en la forma de transportarnos y en los recursos para monitorear la salud de las personas y del planeta.

Esto conlleva usos más eficientes de energía. Esto conlleva un mejor diálogo entre ética ambiental y economía.