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Este fin de semana tomará protesta el nuevo presidente de México Enrique Peña Nieto. Será una toma de posesión que nuevamente no estará exenta de cuestionamientos. Ocurrió lo mismo cuando el presidente Felipe Calderón Hinojosa lo hizo.

Pero a diferencia de aquella, en esta nueva toma de posesión, los cuestionamientos no se derivaron de lo cerrado que fue la elección y las acusaciones de fraude, ahora es sobre la forma en que se obtuvieron los votos de las mayorías.

Estos temas ya se han debatido con mucha energía. Pero lo que queda claro ahora es que los mexicanos ya han probado varios estilos de gobernar… Y los problemas siguen ahí.

Con los gobiernos priistas de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, así como los de los panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón se apostó a que los tecnócratas (economistas y administradores), darían una solución cabal al bienestar de los mexicanos.

Los resultados han sido dispares.

Si bien estas administraciones han producido multimillonarios como Carlos Slim, el hombre más rico del planeta, México no ha crecido tanto como otras economías latinoamericanas.

Se dice que el problema de la inseguridad es la prioridad del actual gobierno.

Es cierto. Pero los mexicanos deben poner también atención a viejos problemas que ni PRI ni PAN han resuelto: la pobreza extrema, la dependencia económica transnacional, la ineficiencia del aparato de Estado para promoveer la ciencia y la educación, para garantizar la atención médica de calidad y la transparencia en la impartición de justicia.

El crímen organizado en muchos casos es el efecto y no la causa de un aparato de estado que no ha cumplido sus funciones de promoveer el bienestar de sus ciudadanos.