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MIENTRAS no se resuelva el tema, es difícil despegar el dedo del renglón del tema de los menores indocumentados.

EL PRESIDENTE, Barack Obama, abordó con los presidentes de Guatemala, Honduras y El Salvador la crisis de los niños centroamericanos que están entrando sin papeles.

¿QUE es lo que pueden hacer unos y otros?… Por un lado, poco. A Obama le queda muy poco capital político y le ha costado mucho trabajo ya no solamente convencer a los republicanos de aprobar una reforma de inmigración, sino aprobar mayor presupuesto para deportar a los menores con los requisitos legales del caso. Por otro lado, poco. Los presidentes centroamericanos tienen pocas nuevas ideas para resolver la pobreza crónica y la violencia de sus respectivos países.

PEDIR un “compromiso a largo plazo” para el desarrollo de Centroamérica, como única forma de poner freno al incesante flujo migratorio hacia el norte, no compromete mucho. Se parece a lo que presidentes anteriores han dicho como ecos de la “Alianza para el progreso” de JFK.

QUIZA Obama ya lo sabe, pero el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, se lo recordó: “una Centroamérica violenta por las drogas (…) representa un alto costo para Estados Unidos”. Y es que quienes plantean el problema desde el punto de vista “humanista” saben que este tiene varios componentes, incluyendo la pobreza, las drogas-

ESO de “invertir y desarrollar Centroamérica” (así de vago) para que los jóvenes tengan trabajos no ha sido buena receta.

UNA nota publicada por el New York Times por Stephanie Strom el 27 de Junio de 1996 (“A Sweetheart Becomes Suspect; Looking Behind Those Kathie Lee Labels”) donde destaca lo que Charles Kernaghan, director ejecutivo del National Labor Committee Education Fund in Support of Worker and Human Rights in Central America, dijo al Congreso el 29 de abril sobre la forma en que los niños de 13 y 14 años de edad eran explotados en fábricas textiles en Honduras.

Es probable que muchos de los inmigrantes indocumentados hayan sido de esos niños que en los 90’s trabajaban hasta dobles turnos por sueldos miserables.