Obama lució optimista en su informe a la nación. Aun cuando la mayoría de la casa estaba en manos republicanas.
Pero a pesar de la oposición, el presidente pudo probar que sus medidas fueron beneficiosas, dando como resultado una recuperación económica, la cual según sus palabras, ha producido un crecimiento y una creación de empleo que no se daban desde 1999.
Sin duda, el hecho de no tener que estar bajo la presión electorera le quitó a Obama un gran peso de encima, pues ante todo es un político, y ya hemos visto antes que en beneficio de su partido o de su propia campaña, fue capaz de hacer promesas y aplazarlas.
En general hubo varios puntos positivos además de la economía. El triunfo de la diplomacia en Ucrania fue uno de ellos.
El nuevo sistema de salud fue también motivo de triunfo puesto que a pesar de los malos augurios republicanos, pudo instituirse a pesar de los problemas técnicos que se experimentaron al principio.
Aunque varios temas en su discurso, pusieron el dedo en la llaga de los republicanos.
Inmigración y la acción ejecutiva. La apertura hacia a Cuba y el levantamiento del embargo.
A pesar de esto, el mandatario llamó al país (una vez más) a la unidad, cosa que claramente ha estado ausente durante su mandato.
Tan obvia fue esa ausencia de coherencia entre el poder legislativo y el ejecutivo, que por un par de años hubo escasos cambios dentro de un país que los requería urgentemente.
Aunque este año posiblemente, ese “tira y jala” entre el presidente y las dos cámaras será aun mayor. Los rostros atrás de él durante su exposición, mostraban de forma bastante clara los hechos. De un lado, Biden, el vicepresidente demócrata sonriente y mostrando apoyo; por el otro, Boehner, jefe de la cámara baja que lucía un ceño fruncido y que aplaudía por inercia o por la presión de las cámaras.
Esto, diría yo, simboliza lo que ha pasado durante la presidencia de Barack Obama.
Aun ahora, las cámaras en manos republicanas han dado muestras de desacuerdo con la política del presidente en repetidas ocasiones y sus amenazas con invalidar sus acciones han sido ya puestas en marcha a través de demandas.
En resumen, Obama ya no tiene la presión que tuviera para cumplir con su partido o para preparar una re-elección; pero tampoco tiene el apoyo de las cámaras. Lo que queda de su mandato, puede bien estar envuelto en un circo político a costillas del pueblo, lo cual podría postrarlo en un limbo de estancamiento en varios sectores.
Pero si una cosa es cierta, es que Obama no tiene nada ya que demostrar, ni tampoco carga con una presión electoral futura. Y una de las cosas que más se le aplaude es el hecho de que, a pesar de tanta oposición, haya podido sacar al país de la crisis económica, sin lugar a dudas.
Ahora solo queda esperar que sus recuestas sobre migración, educación, y política exterior, sean escuchadas.
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