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El congreso de la nación, después de haber votado en contra de otorgar pase libre (Fast Track) al Tratado Alianza del Pacífico (TPP en inglés) hace 11 días, ahora, en una nueva votación y por diez votos únicamente, terminó aceptando ese pase libre. Se repitió la misma historia. Más obvio no pudo haber sido. Hay algo turbio en el agua, y no hablo de la fuga de aceite en Santa Bárbara

Esto, ya había pasado semanas antes en el senado. Exactamente la misma situación. Como por arte de magia, algunos de los que se opusieron a que el presidente Obama tuviera la autoridad del pase libre sobre este acuerdo internacional, ahora, repentinamente, dicen que siempre sí están de acuerdo.

Es curioso saber lo que pasó entre la primera votación en el congreso y la actual. Tres republicanos que se habían opuesto a que la agenda corporativa triunfara a través del pase libre al TPP, fueron sacados de posiciones de liderazgo. Cuatro demócratas fueron paseados en el avión presidencial, y lo que sea que haya sucedido dentro de ese avión, resultó conveniente para Obama, ya que terminaron dando un voto ha favor.

No está de más decir que el TPP nos afectaría a todos. Mermaría nuestros derechos como trabajadores, exportaría trabajos a otros países, anularía leyes ambientales y por si fuera poco, posibilitaría que empresas demanden al país, a estados y hasta a ciudades si crean leyes o medidas que vayan en contra de este acuerdo.

En resumen, si la ciudad o estado consideran que el TPP está afectando negativamente el comercio o el medio ambiente locales y hacen algo por arreglar el asunto, una compañía puede alegar que esos cambios le están causando pérdidas monetarias, y como habrá leyes que los respaldan, pues ni modo, a aguantar vara, como dicen mis paisanos.

Este es un tema de alto relieve, sin embargo, poco se habla de este hecho tan trascendental para varios países. Un tratado que fue fraguado a puertas cerradas por empresarios, y que ahora quiere ser impuesto a naciones enteras sin posibilidad de debate o enmiendas es simplemente una medida comunista, como quiera que lo pongan, y va en contra de los principios democráticos que cimentaron este país.

Ahora resulta que el presidente de la nación, un demócrata que se supone que debería abogar por todos nosotros, está protegiendo los intereses de magnates, que ya de por sí están en una posición bastante privilegiada gracias a tanta exención de impuestos y a subsidios pagados con nuestros propios impuestos.

Los que hicieron su trabajo votando en contra del pase libre son nuestros representantes. Sí. Pero también lo son aquellos que cambiaron su voto de una forma tan pusilánime y cínica. Ellos, señoras y señores… son además una vergüenza.

Mándenos sus comentarios a: rmsandoval@live.com

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