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El alguacil del Condado de Los Angeles, Rafer Owens, ríe con Josué Daniel en un reciente sábado por la mañana mientraschequeaba a los ciudadanos que se reunieron para pintar casas en Compton, California. Owens es oficial de relaciones con la comunidad en la estación del Departamento del Alguacil en Compton, en el condado de Los Ángeles, y es además un pastor de la Iglesia Bautista Misionera.
El alguacil del Condado de Los Angeles, Rafer Owens, ríe con Josué Daniel en un reciente sábado por la mañana mientraschequeaba a los ciudadanos que se reunieron para pintar casas en Compton, California. Owens es oficial de relaciones con la comunidad en la estación del Departamento del Alguacil en Compton, en el condado de Los Ángeles, y es además un pastor de la Iglesia Bautista Misionera.
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De cada cien solicitantes, solo tres se convierten en oficiales. Esas son las cifras de personas que ha estado empleando últimamente el Departamento de Alguaciles del condado de Los Angeles. Y usted se preguntará, ¿por qué tan pocos?

Resulta que, después de varios escándalos de brutalidad y abuso policiacos, los directivos de esta entidad finalmente comprendieron que cambios drásticos en su organización son ineludibles.

Actualmente se está realizando reclutamiento de nuevos alguaciles con la suficiente calidad moral para serlo.

Para asegurarse de que así sea, oficiales visitan a la familia y amigos de los nuevos reclutas. También realizan exámenes psicológicos. Inclusive van tan lejos como revisar los dormitorios de los aspirantes y realizarles entrevistas con polígrafo para asegurarse que no mientan, aunque esto último es opcional.

Además, los encargados de emplear nuevos elementos para la fuerza policiaca son rotados continuamente y una “revisión a ciegas” es conducida sobre cada candidato, esto para no saber el sexo, raza o afiliación que puedan tener con el departamento.

Al final, los alguaciles también aplican sus corazonadas sobre cada solicitante. Si alguien les produce “malas vibras”, lo descartan. De esta forma, un 15% de los aspirantes que han pasado toda prueba, termina no siendo aceptado.

Si bien lo último podría ser muy fácilmente manipulado para descartar a gente de minorías raciales, el proceso en general es mucho mejor que el anterior.

Hasta hace poco, los oficiales podían influir para que sus amigos o familiares fueran admitidos. Los filtros para comprobar la capacitación y la moralidad de las personas tampoco eran muy buenos.

Este cambio tan drástico y tan necesario llega después de muchos altibajos en este departamento, cuyos niveles de confianza y credibilidad están por los suelos.

Esperemos que estos cambios sean suficientes para disminuir grandemente los abusos que hasta ahora, han plagado al departamento del Alguacil de Los Angeles.

Y es que al fin y al cabo, deberíamos confiar en nuestros protectores… no temerles.