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Los que saben, no quieren salir en la foto con el tonto de la película.

El consejero delegado de Tesla y SpaceX, Elon Musk, ya no quiere aparecer en los consejos de asesores del Gobierno del presidente Donald Trump.

No es para menos. Inmediatamente después de que éste anunció la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático, confirmó que el magnate no tenía remedio.

“Estoy dejando los consejos de asesores presidenciales. El cambio climático es real. Dejar París no es bueno ni para EEUU ni para el mundo”, afirmó Musk en su cuenta de Twitter.

Musk sabe lo que dice. Es creador de los coches eléctricos Tesla y la compañía aeronáutica SpaceX. El sabe que una vez que se incentiva una mejor manera de transportarse, y una mejor energía, todo tiende a abaratarse y a crear empleos (de otra forma todavía estaríamos usando telegramas).

Los que saben de energía, pero energía para hacer discursos, piensan diferente. Los líderes republicanos en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y en el Senado, Mitch McConnell, inmediatamente celebraron la medida de su jefe.

“Celebro al presidente Trump por cumplir su compromiso con el pueblo estadounidense y retirarse de este mal acuerdo”, dijo Ryan en un comunicado.

En el Acuerdo de París, firmado por más 190 países de todo el mundo, Washington se comprometía a reducir para 2025 las emisiones de gases contaminantes de efecto invernadero entre un 26 y un 28 por ciento respecto a los niveles de 2005.

Y aunque la producción de energías limpias ya se ha convertido en un buen negocio, como lo ha sido la Internet, Trump, quien se ha beneficiado como ningún presidente de este último (twitter), insiste en regresar a la era del carbón.

Sin dar crédito a la Administración Obama que rescató la Industria del automóvil, incluyendo la producción de autos híbridos y eléctricos, Trump insiste con la cantaleta de que implementar los acuerdos del pacto para disminuir la contaminación costarían muchos empleos.

La realidad es que en la economía siempre hay una sustitución de empleos por otros que tienen que ver con los mejores intereses de las comunidades, y no los caprichos de los magnates.

En el comercio de la moda a través de las tiendas de departamentos se perdieron el 46% de los empleos entre 2001-2016, en favor del comercio en línea, una cifra cercana a los empleos que perdió la industria del carbón, con más de un tercio de sus empleos.