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Cuando aún se estaba luchando por salir de la recesión, el economista Paul Krugman criticó a Obama por ser demasiado blando con los republicanos, quienes súbitamente cambiaron la “narrativa” de “crear empleos” por la de “control del gasto del gobierno”.

En aquel momento, Krugman decía que no era el momento de pensar en la reducción de la deuda, sino en la de estimular la economía.

Hoy, parece que fue Obama el que cambió la narrativa legislativa. Mientras que todo apuntaba a que una vez regresando del receso, el Congreso se pondría a discutir la Reforma de Inmigración, ahora la prioridad es discutir un posible ataque a Siria, una acción propuesta por Obama, aún cuando los norteamericanos y la comunidad internacional se opone a dicha medida.

En un artículo de Michael D. Shear y Julia Preston publicado en el New York Times (set.,9) se explica que una vez pasada la angustia republicana por perder el voto latino, y el súbito cambio en el debate político, la Reforma de Inmigración podría aplazarse hasta el año 2014, y para entonces el entusiasmo para aprobarla podría haberse disipado.

Se cambió nuevamente la narrativa. Ya una vez, bajo la administración de George W. Bush, pasó lo mismo. Cuando a este se le había acabado el capital político, intentó impulsarla- Y falló.

Difícil la tiene Obama. Sus acciones militares no tienen el apoyo del congreso ni de la mayoría de norteamericanos. El Vaticano y la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos la han criticado severamente.

Los obispos consideraron que una “intervención militar” en Siria sólo aumentará el “sufrimiento” y la destrucción de vidas, especialmente entre la población civil, por lo que destacaron la urgencia de que EE.UU. trabaje con la comunidad internacional en pos de un “diálogo y la negociación”, y continúe la ayuda humanitaria a ese país.

Aún así, Obama, el Premio Nobel de la Paz, cree que solo se trata de usar más micrófonos para cambiar el entendimiento que se tiene del conflicto Sirio.

El problema es que a sus detractores republicanos no les satisface las supuestas “acciones limitadas”, y quienes lo apoyaron en su reelección se sienten relegados por esa especie de mesianismo presidencial.

Es cierto. En muchos aspectos, Obama hizo historia, pero el poder, tarde o temprano termina deformando incluso a quien pretendía cambiar a Washington.