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LA FORMA de ver la muerte está basada primero en las experiencias personales de vida, y, posteriormente en las reflexiones que se hagan de estas. Estas pueden estar matizada por el tipo de religión que se tenga, o por las concepciones ideológicas sobre del proceso de vida-muerte.

EN EL cristianismo el sufrimiento es parte del “viacrucis” que antecede a desaparición física, la cual es decidida por Dios. En este proceso, las oraciones, la fe y la ayuda de los médicos harían más llevadero este proceso. La crucifixión como metáfora de la aceptación de un destino -hágase señor tu voluntad, no la mía- representa el clímax de un sufrimiento que puede estar vinculado a una enfermedad.

EN OTRAS tradiciones, la muerte es parte de la vida. Esta percepción está basada en la observación de la naturaleza. En el Tao Te King, la vida es un proceso de “darse al mundo” y cuando llega la muerte se pregunta: ¿por qué te preocupas si ya no estás en ese cuerpo?. Bajo esta idea, la vida es la acción de darse, o como dicen la filosofía existencialista: ser-en-el-mundo y ser-con-el-mundo. La muerte, en este caso, es la realización final de ese compromiso. La idea de que “no se tiene sino lo que se da” parece abarcar varias tradiciones espirituales, pero habría que tener una mayor humildad para aceptar que no son ideas tan originales de una sola religión.

CUALQUIERA de los lectores que hayan experimentado una o varias pérdidas de un familiar o amigo, saben que lo más lamentable es cuando el difunto no cumplió con un ciclo de vida mínimo en el que pudo dar su aporte al mundo: los adolescentes que mueren en un accidente, la madre que murió teniendo hijos menores de edad, el hermano joven recién casado-

SE PUEDE decir que las experiencias ajenas sobre el acercamiento a la muerte van dando la pauta de cómo enfrentarla (“iluminan el camino”), pero además, permiten hacer un “insight” o una revaloración de lo que realmente vale la pena en la vida.

MI PADRE, que el 13 de octubre estará cumpliendo 99 años en Zacapu, Michoacán, es sin duda un ejemplo. Ha visto morir una esposa, dos hijas, un hijo joven recién graduado, hijos menores y casi todos sus amigos. La última vez que estuve con el profesor Fausto le pregunté: ¿tienes miedo de la muerte?… El me contestó con una gran serenidad: “No. Yo no le tengo miedo a la pelona. A lo único que tengo miedo es a perder la memoria. Así ¿para qué sirve uno?”.

LA NOCION trágica que uno tiene de la muerte está ligada a las experiencias que uno ha visto de procesos que no han concluido y a la edad de nuestros muertos. Esto nos lleva entonces a plantearnos: ¿cuándo es que un ciclo de vida se cumple?.

LA RESPUESTA más sencilla es la que media entre las expectativas de vida de cada época y el grado de realización personal. En la actualidad, las expectativas de vida rondan en los 75 años, pero hay vidas cortas que están llenas de logros.