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SOY de los pocos periodistas que han usado de manera frecuente el transporte público. Por 16 años usé el Metro Línea Azul todos los días para ir de Long Beach al centro de Los Angeles. Hubo un tiempo que usé la bicicleta de manera complementaria, hasta que un accidente me dejó con un dedo colgando.

TIEMPO después, usé por un unos años la Ruta 173 de Long Beach y la 3 de Torrance, para desplazarme al trabajo. Sé de los tiempos de espera para transbordar autobuses, y de la contaminación que uno respira por el tiempo que uno pasa en unidades que no tienen filtros de aire como en los autos. Aún con todo eso, la convivencia entre usuarios es todo un aprendizaje de civismo y una forma de conocer mejor la ciudad.

EL TRANSPORTE colectivo es la forma más civilizada de transitar la ciudad y es probable que sea la única sustentable al largo plazo. Las grandes ciudades del mundo se caracterizan por tener un sistema de transporte colectivo amplio y eficiente que conecta a sus residentes.

ES MUY probable que eso haya animado a Joel Maya, de 22 años, a usar el autobús. Luego de vivir en Harbor City, trabajando doble jornada laboral en unos Burger King, decidió dejar de manejar y se fue a vivir a Hawthorne.

EN UN nuevo trabajo en un restaurante libanés de Manhattan Beach, Maya quiso simplificar su vida usando el autobús, hasta que un accidente lo arrojó a 30 pies de retirado de la parada del bus cercana a la esquina de la Hawthorne y El Segundo Boulevard.

“Uno cuando oye hablar de accidentes, siempre se los imagina de cuando uno va manejando, nunca piensa que le puedan ocurrir cuando está sentado esperando el bus”, dice María, hermana de Joel.

EN EL accidente del pasado jueves 9 de enero, el padre de dos niñas perdió una pierna y en el transcurso de la semana se había sometido a varias operaciones en el Hospital Harbor-UCLA.

“Está hecho pedazos”, dice su hermana, luego de que le practicaran una cirugía de pelvis.

CUANDO despierte, luego de varios días de operaciones, Joel tendrá que enfrentarse a una vida demasiado complicada para sus 22 años: padre de dos niñas y otra que viene en camino, una vida que de pronto disminuye su capacidad productiva- Y, de manera inmediata, una cuenta médica que se verá incrementada con cada operación.

“El no tenía seguro médico”, dice María, “y el Medical de emergencia solo le cubre las primeras operaciones”.

ADEMAS, asegura su hermana, en su trabajo le pagaban “al cash”.

ES por eso que los Maya están solicitando la ayuda del público para los gastos médicos.

Para esto, está abierta la cuenta de Wells Fargo # 1341766440, y el teléfono (310) 782-4165 para cualquier aclaración.