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Murrieta (EE.UU.), 4 jul (EFE).- Mientras miles de ciudadanos de EE.UU. celebran hoy 4 de julio el día de la Independencia, los habitantes de Murrieta, en el sur de California, asisten divididos a la llegada de menores centroamericanos entre quienes se muestran solidarios y quienes defienden medidas contra la inmigración.

Custodiados por autoridades locales y federales, desde muy temprano los dos grupos se congregaron frente al Centro de Procesamiento de La Patrulla Fronteriza en Murrieta en cumplimiento de la promesa que habían hecho el pasado martes.

Ese día, integrantes del colectivo Minuteman bloquearon la calle y no permitieron el ingreso de tres autobuses con cerca de 150 inmigrantes centroamericanos trasladados desde el estado de Texas a las instalaciones federales en esa ciudad de California.

“El martes nos ganaron, porque no estábamos preparados, pero hoy tenemos que unirnos para que entiendan el aporte de los indocumentados”, manifestó a Efe Eudosiasia Cortez, oriunda de Oaxaca (México) y residente de Murrieta.

A pesar de que la inmigrante mexicana no pertenece a ninguna organización comunitaria, ni tampoco es activista, ella asegura que su historia refleja la doble moral de las ciudades del sur de California, donde predominan los blancos de clase media.

“Aquí vienen a decir que no nos quieren, pero quién les limpia las casas, quién sostiene los viñeros y los casinos de estas ciudades: nosotros”, dijo Cortez, madre de siete hijos, cinco de ellos nacidos en suelo estadounidense.

El mayor de sus hijos fue deportado por ser indocumentado.

Por su parte, una profesora de San Diego que se identificó sólo como Estrella aseguró que esta división muestra que las heridas del siglo pasado aún quedan al recordar la proposición 187 que impulsó el gobernador de California Pete Wilson.

“Es lo mismo, pero una vez lo derrotamos, ahora también lo vamos a hacer”, aseguró.

Mientras la maestra daba sus opiniones, un miembro del movimiento conservador Tea Party, que se identificó como Anthony, la interrumpió afirmando que por culpa de los indocumentados la paga de los trabajos había bajado, las condiciones en las escuelas disminuyeron y que por ello el Gobierno de EE.UU. debería militarizar las fronteras.

El presidente de EE.UU., “Barack Hussein Obama, es el que les está dando todo, abriendo las puertas para que vengan y arruinen lo que hemos construido”, gritaba el hombre del Tea Party.

La confrontación verbal entre los dos grupos duró más de cinco horas entre gritos y consignas ante la mirada de las fuerzas del orden. Sin embargo, en varias ocasiones los ánimos se caldearon y la policía de Murrieta tuvo que intervenir.

Por ello los agentes tuvieron que separar a los dos grupos con cordones de seguridad para prevenir enfrentamientos físicos.

“La policía de Murrieta y Temecula es racista, ellos siempre van a defender a los blancos”, señaló Cortez.

Las autoridades reportaron el arresto de un individuo identificado Larry Spencer, quien sería acusado de obstruir la labor de la policía.

Mientras el enfrentamiento verbal continuaba, los agentes de la Patrulla Fronteriza vigilaban la entrada al centro de procesamiento, donde se espera que lleguen este viernes unos 150 inmigrantes centroamericanos.

Lori Haley, vocera de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) de EE.UU. explicó que por razones de seguridad no se revelaría la hora de llegada de los indocumentados y no quiso asegurar si éstos iban a ser alojados en el Centro de Procesamiento de la Patrulla Fronteriza de Murrieta.

“Muchos de los ciudadanos están viendo lo que sucede en Murrieta y quieren imitarlo”, dijo William Gheen, director ejecutivo de Americanos por una Inmigración Legal PAC (ALIPAC).

“Estamos muy orgullosos de que la gente en Murrieta haya salido a protestar”, afirmó.

Opiniones como las de Gheen son un ejemplo de lo que están tratando de evitar grupos como la Asociación de Salvadoreños de Los Ángeles (ASOSAL).

“Este sentimiento es el que debemos evitar que se expanda, y que se convierta en una discusión más grande, de todo el estado”, explicó a Efe Teresa Tejada, vocera de ASOSAL.

Mientras la discusión promete continuar en Murrieta, a pocas millas, en la ciudad de Coachella, varios voluntarios están recogiendo alimentos, ropa, medicina y juguetes para los centros de reubicación y los refugios a donde los inmigrantes podrían llegar al ser liberados.

“Todos somos hijos de Dios y vamos a demostrarle al mundo que somos un país que da la mano a los refugiados, no importa de que país vengan”, aseveró Sergio Luna, un residente mexicano de San Bernardino, quien vino a la manifestación acompañado de sus hijos Cuatemoch y Ollin, ambos ciudadanos estadounidenses. EFE