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Pobres republicanos- Tan lejos de las universidades y tan cerca de Donald Trump. La discusión entre Donald Trump y Carly Fiorina, acerca de quién podría ser mejor empresario, y quién hacía más dinero llevó a Chris Christie a detenerlos: “ya, los felicito, pero el debate no es sobre ustedes”.

¿De verdad?

Luego, como si padecieran un trastorno bipolar, sugerían poner a la madre Teresa de Calcuta y a Rosa Parks en los billetes de 10 dólares, y, al mismo tiempo atacaban los Derechos Humanos, y en particular los Derechos Universales de los Niños, suscrito por la ONU desde 1959, aún a costa de reformar la Constitución.

Como buen aprendiz de Trump, Marco Rubio recuperaba el lenguaje de la Guerra Fría y ponía a las presidente ruso como un gangster. Y cuando uno decía que Estados Unidos debería mostrar al mundo la superioridad de los valores de la tradición judeo-cristiana, en el debate se escuchaban las voces de quienes proponía cambiar la Constitución para negar la protección ciudadana a los niños nacidos aquí.

En tres horas de dimes y diretes, uno se preguntaba: ¿dónde están los cerebros de Harvard, del MIT, de Princeton, de Stanford, de UCLA, USC- para hablar de los grandes temas nacionales e internacionales?

Lo más esquizoide fue que al mismo tiempo que criticaban a los Bush, criticaban a Obama, y, por supuesto a Hillary Clinton, para no errarle.