Los extraño.
Palabra que los extraño a esos ruquitos que salían por la tarde a la calle o a la plaza, y al nomás empezar a platicar no había cómo pararlos, hasta que tenía uno que decir: está buena la plática, pero ya tengo que llegarle.
Sin haber ido mucho a la escuela, eran unos grandes conversadores porque habían desarrollado desde niños el arte de saber escuchar y saber imaginar la mejor forma de decir las cosas: con dramatismo, color, originalidad…
Una vez escuché a uno refrerirse a una mujer verdaderamente fea, “como el culo del diablo”. Usted ha de disculpar, pero así se refería el hombre.
Esto viene a cuento porque esta semana la Cámara Latina de Comercio del Condado de Los Angeles dió a conocer el dato de que los latinos gastamos en el 2014 $1.35 billones de dólares solo en teléfonos celulares. Si, escuchó usted bien: lo que en Latinoamérica consideran como 135 mil millones de dólares.
Yo sé que en la mayoría de los casos, esto sejustifica por la necesidad de mantenerse comunicados con los parientes que tenemos en otros países, y que aquí ya es una necesidad para mantenerse en contacto.
Sin embargo, lo cierto es que la nueva tecnología celular está teniendo demasiados “efectos secundarios” (side effects) que es necesario analizar:
Estamos dependiendo demasiado de las imágenes y estamos perdiendo la habilidad para describir, narrar, imaginar… Como tenían los menos escolarizados de nuestros abuelos.
Todos los días en los teléfonos inteligentes se intercambian “selfies” repetitivas, fotos de platillos, retratos posados… y toda clase de ocurrencias. Pero muy pocos que podrían narrar cómo estuvo una fiesta, una reunión, o alguna actividad relevante…
Y las actividades recreativas que antes producían “recuerdos” que luego podían ser narrados, ahora lo único que producen es un montón de fotos digitales que algunas veces ya ni tiempo hay de organizar para volverlas a ver.
Los teléfonos celulares nos pueden ofrecer muchas herramientas para hacer videos creativos, editar fotos, obtener más información útil… Pero la realidad es que con frecuencia no sabemos usar y sacar provecho de todas esas posibilidades.
Mire usted, cuando no había fotografía digital, quien compraba un rollo de unas 24 exposiciones, antes de tomar una foto, tenía que saber muy bien de la calidad de luz, del encuadre, del escenario… antes de disparar, ahora se sacan demasiadas fotos muy malas e irrelevantes.
Somos buenos para gastar en “novedades” tecnológicas, pero poco hacemos para dominarlas y sacarles el mejor provecho.
José Fuentes-Salinas
Editor de Impacto USA
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