Skip to content
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

(function(d, s, id) {
var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0];
if (d.getElementById(id)) return;
js = d.createElement(s); js.id = id;
js.src = “//connect.facebook.net/en_US/all.js#xfbml=1”;
fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs);
}(document, ‘script’, ‘facebook-jssdk’));

En una medida que cayó sorpresivamente sobre los granjeros que cultivan frutos orgánicos, la Asociación de Comercio Orgánico, la cual representa a algunas de las más grandes empresas que venden este tipo de plantíos, presionó al Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA en inglés) para aflojar los estándares sobre cultivos orgánicos. A partir de esto, cada seis meses se pueden adherir productos sintéticos en estas siembras, cambiando los estándares que hasta hoy, habían hecho de este tipo de productos una alternativa para aquella gente que desea evitar pesticidas y químicos en sus alimentos.

Es precisamente este último motivo el que ayudó a crear un movimiento como el orgánico cuando después de la II guerra mundial, comenzó a proliferar el uso de pesticidas.

Ya en 1990, la venta de este tipo de productos se cifraba en mil millones de dólares. Ya en el 2013, el monto cambió a arriba de 31 mil millones tan solo en Estados Unidos (63 mil millones en el mundo entero). Este cambio creó indudablemente una gran competencia para los cultivos convencionales (aquellos que sí usan pesticidas).

La diferencia que propició este cambio ha sido no solo el incremento de enfermedades como cáncer, Parkinson, autismo, Alzheimer, ADHD, etc. y su relación con el consumo de pesticidas según distintos estudios, sino también la disponibilidad de información al público a través de recursos como el Internet.

Y es que conforme pasa el tiempo, cada vez más gente busca enterarse, sobre todo cuando se trata de su salud.

La falta de ética y corrupción de agencias gubernamentales como la USDA, mostradas ya en distintas ocasiones, han mermado la desconfianza del consumidor, pues han hecho posible que el uso de nuevos químicos prolifere en productos de consumo básico; aun sin haberse demostrado si son o no dañinos para el ser humano.

En resumidas cuentas, gracias a la USDA, todos somos conejillos de indias no solo con los productos ya existentes, sino con todos los nuevos que salen a la venta. Y aunque últimamente ciertas tiendas han empezado a prohibir algunas sustancias que por medio de estudios independientes, han probado ser perjudiciales al humano; el que exista una alternativa es algo primordial.

Entonces, el hecho de que la Asociación de Intercambio Orgánico y la USDA debiliten los estándares que hacen posible esa “otra alternativa” por medio frutos sin pesticidas, nos podría dejar expuestos una vez más a que se sigan usando químicos que en primera instancia, se buscaban evitar al comprar orgánico.

Me pregunto cuál fue el motivo que se realizara un cambio tan perjudicial. Aunque esto da cabida a especulaciones de todo tipo sobre la integridad de dicha Asociación, la mejor manera de hacer algo al respecto es mostrar nuestro desacuerdo.

Firme la petición en la que se pide a la USDA que se reviertan las nuevas reglas sobre los estándares en los plantíos orgánicos.

¿Qué significa “orgánico”?

Los alimentos orgánicos se someten a intensas regulaciones de la USDA: Sin fertilizantes sintéticos, sin hormonas sintéticas de crecimiento o cría, sin antibióticos ni transgénicos. Los pesticidas utilizados deben ser naturales. Lleva tres años y miles de dólares en honorarios, para que una granja se convierta en orgánica. Una vez certificados, los agricultores reciben inspecciones regulares, mantienen registros detallados y se preparan para las visitas sorpresa y pruebas de suelo y agua. Los alimentos etiquetados como “naturales” no tienen este riguroso escrutinio.

Mándenos sus comentarios a: rmsandoval@live.com

NOTAS RELACIONADAS:

– Pesticidas en su mesa

– Walmart y el retiro de tóxicos en sus productos