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Dolores González es el ejemplo vivo de cuánto puede luchar una madre por un hijo, tanto que consiguió que el Senado federal aprobara por mayoría absoluta una ley por la que las compañías eléctricas no pueden cortar el servicio a los pacientes que tienen máquinas de soporte de vida en su hogar. Lolly dejó de trabajar y abandonó sus estudios de administración de negocios para dedicarse por completo a su hijo.
Dolores González es el ejemplo vivo de cuánto puede luchar una madre por un hijo, tanto que consiguió que el Senado federal aprobara por mayoría absoluta una ley por la que las compañías eléctricas no pueden cortar el servicio a los pacientes que tienen máquinas de soporte de vida en su hogar. Lolly dejó de trabajar y abandonó sus estudios de administración de negocios para dedicarse por completo a su hijo.
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Miami, 1 ago (EFEUSA).- Dolores González es el ejemplo vivo de cuánto puede luchar una madre por un hijo, tanto que consiguió que el Senado federal aprobara por mayoría absoluta una ley por la que las compañías eléctricas no pueden cortar el servicio a los pacientes que tienen máquinas de soporte de vida en su hogar.

“Llevaba años peleando”, explicó a Efe esta madre conocida por todos como Lolly, que recuerda como un dolor de cabeza lo que por fin hoy “es algo muy común y un modelo para la nación”.

Gracias a esta iniciativa de 2001, las familias que no disponen de recursos económicos y hay meses que no pueden pagar las elevadas facturas que les llegan a casa afrontan con más tranquilidad las enfermedades de sus seres queridos.

Lolly, de 62 años, se trasladó en 1968 desde Cuba a EE.UU., donde años más tarde tuvo a su único hijo, Óscar, que con 6 meses de vida empezó a mostrar signos de Atrofia Muscular Espinal, pues sus funciones motoras no respondían con normalidad.

Con tan solo 13 meses, finalmente le diagnosticaron la enfermedad, por lo que Lolly dejó de trabajar y abandonó sus estudios de administración de negocios para dedicarse por completo a su hijo.

A Óscar, que hoy tiene 32 años, los médicos le dieron solo “un año de vida” debido al avanzado estado de su enfermedad, algo que sumió a Lolly en un “agujero negro”.

A este problema se sumó que, con el paso del tiempo, el hijo comenzó a tener graves problemas respiratorios sin solución aparente, hasta que un día, cansada de las carreras al hospital, se plantó y reclamó un “resucitador (respirador) manual”.

De esta forma quería evitar tener que llamar a una ambulancia para ir de urgencia al hospital cada vez que un “tapón de mucosidad” dificultaba sobremanera la respiración a su hijo.

En su desesperación, no lo dudó y decidió permanecer durante tres días en el centro médico en demanda de un “resucitador”, hasta que por fin logró su objetivo.

Gracias a que consiguió tener el respirador en casa pudo salvar la vida a su hijo unas “siete veces”, recordó esta madre con angustia.

La enfermedad de Óscar es “especial” y por ello Lolly ha tenido que luchar “por cada pieza” y medicamento, pues el respirador de su hijo necesitaba en ocasiones elementos diferentes a otros ventiladores, y esta madre hizo todo lo que estuvo en su mano para conseguirlo.

Debido a este primer paso, el estado de Florida comenzó a incluir en el sistema médico todo el material y medicinas que Óscar fue necesitando, lo que benefició a otros niños en circunstancias similares.

Desde entonces, Lolly aboga por los menores con necesidades médicas y ha allanado la lucha por una mejor asistencia médica para muchos niños con enfermedades.

La historia de Lolly y Óscar ha abierto el “camino a casa” para muchos niños que tenían la necesidad de pasar largas temporadas en centros médicos.

“El lugar adecuado para ellos es la casa”, comentó muy decidida Lolly, ya que para ella no hay nada como el hogar, donde “se le levanta a uno el espíritu” y contribuye a que el paciente esté más relajado y haya una mejoría psicológica, hecho que, en el caso de Óscar, repercutió en una mejoría respiratoria notable.

Esta madre que consiguió llegar y convencer al Senado federal y ser la primera en obtener un respirador para su hijo fue más allá en su lucha por su hijo y se graduó en terapia respiratoria en el año 2000 para proporcionar a Óscar el mejor cuidado posible.

Además estuvo muy involucrada junto a su hijo en la vida universitaria durante los tres años que duraron sus estudios para explicar a los futuros profesionales médicos cómo actuar con pacientes con este tipo de necesidades. EFEUSA