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Imagínese lo siguiente: un adolescente entra en un autoservicio o supermercadito de barrio y se sirve un refresco Super Big Gulp de 44 onzas. Al acabar ese refresco, habrá consumido el equivalente de 35 cucharadas de azúcar; o sea, casi cuatro veces el límite diario de azúcar determinado por la American Heart Association para un hombre adulto, y casi seis veces el nivel para una mujer. Si lo repiten a diario – como hacen miles de adolescentes, desgraciadamente – su porvenir podrá incluir la diabetes, los dientes cariados, la obesidad y las enfermedades coronarias.

Lamentablemente continúa el aumento del consumo de las bebidas azucaradas y, como resultado, los riesgos a la salud que se asocian con el consumo de tales bebidas – como la diabetes y la obesidad – aumentan con una rapidez alarmante por todo el país y aquí en California. Los últimos 10 años ha subido el porcentaje de adolescentes americanos con diabetes de nueve por ciento a 25 por ciento, y a la vez, casi el 40 por ciento de nuestros niños ya sufren de sobrepeso u obesidad.

La obesidad es también un problema en México. Con un índice de obesidad del 33 por ciento de la población de México, el país tiene la distinción dudosa de ser el país más obeso del mundo. El gobierno mexicano, alarmado por la subida de los costos de tratar las enfermedades asociadas con la obesidad, tomó una medida sin precedentes: en enero del 2014 aprobó un impuesto innovador en las bebidas azucaradas. A sólo un año de haber promulgado la ley del impuesto, una mayoría de los mexicanos que participaron en una encuesta llevada a cabo por partidarios de la salud pública dijo que estaban tomando menos refrescos azucaradas, y supieron vincular el consumo de refrescos con problemas de salud.

En el norte de California, la ciudad de Berkeley también aprobó una política para reducir el consumo de refrescos, así volviéndose la primera ciudad de la nación en aumentar los precios de las bebidas azucaradas. Para proteger la salud de nuestros hijos, nuestras familias y las generaciones futuras, ya es hora que los legisladores de California sigan el ejemplo que dieron México y Berkeley y que aumenten el precio de las bebidas azucaradas.

La American Heart Association – en conjunto con una coalición de importantes organizaciones sanitarias – apoya un impuesto de 2 centavos por onza en las bebidas endulzadas con azúcar en California. El 5 de mayo, los legisladores estatales tendrán la oportunidad de destacar aun más el papel de California como líder en salud pública al aprobar un proyecto de ley que subirá el precio de las bebidas endulzadas con azúcar. El dinero recaudado por este impuesto se usará para fomentar de varias maneras una vida saludable, dando acceso a agua potable limpia en algunas escuelas que ahora no tienen, educando los consumidores en comunidades desfavorecidas sobre opciones para los jóvenes en sus barrios y en las escuelas, y facilitando el acceso al cuidado dental para combatir el impacto del consumo excesivo de bebidas azucaradas. Unámonos para proteger la salud de la generación futura de California.