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    La Ringstrasse es durante todo el año escenario de los actos más diversos, como festivales de música o mercados de Navidad.

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    El edificio de la Ópera de Viena es uno de los más visitados de la capital austriaca.

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    La cultura vienesa de concentra en el Museos Volksgarten, dedicado a la historial de Arte, y el de Historia Natural.

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En 1857, la población de la ciudad de Viena crecía con rapidez. Las murallas que contorneaban el casco antiguo se habían convertido en un impedimento para su expansión, así que el emperador Francisco José dio una orden que cambió el rumbo del desarrollo de la capital austríaca: derribar las murallas y crear, en su lugar, una larga avenida que conectara el núcleo urbano con los exteriores, en los que se multiplicaban los asentamientos de la burguesía, entonces en pleno auge.

Casi diez años después, el 1 de mayo de 1865, el emperador y su esposa Isabel, conocida como “Sissi”, inauguraban la Ringstrasse (Avenida del Ring), un bulevar de forma prácticamente circular y de unos cinco kilómetros de longitud, que se convirtió en una de las arterias principales de la ciudad.

Una avenida que dentro de unos meses celebrará su 150 aniversario, un evento con el que los vieneses homenajearán a un conjunto que fue una de las piezas clave para que el centro histórico fuera nombrado patrimonio cultural de la Unesco en 2001.

EL CORAZÓN POLÍTICO Y CULTURAL.

A lo largo de su recorrido, la avenida agrupa algunos de los edificios más destacados de la capital con valor cultural, político, administrativo y económico. Siguiendo un estilo historicista, las construcciones de la Ringstrasse despliegan un amplio abanico de arquitecturas, que garantizan un recorrido salpicado con ejemplos de gótico, neobarroco, neorenacentista o neoclásico, entre otros.

Entre ellas, el Ayuntamiento, el Parlamento, la Universidad, la Bolsa, la “Neue Burg” -construida como una nueva ala para el Palacio Imperial- y la Ópera del Estado, que desde su inauguración con el “Don Juan” de Mozart se ha transformado en una de las más importantes a nivel mundial. Parques como el Volksgarten o el Stadtpark dan oxígeno a la avenida, que es una de las arterias principales a nivel de comunicación.

La avenida es un enclave fundamental para la cultura vienesa, gracias a la presencia del recintos como el Kunsthistorisches Museum o el Museo de Historia Natural, y también se presenta como un lugar en el que la cultura sale a la calle.

Así, la plaza en la que se encuentra el Ayuntamiento se convierte, a lo largo de todo el año, en el escenario de los actos más diversos, como festivales de música o mercados de Navidad; actividades con las que la ciudad pretende abanderar una imagen moderna, frente a la más tradicional que aún arrastra, vinculada con la Viena imperial. Asimismo, en los exteriores de la Ópera del Estado también se sitúan, en ocasiones puntuales, pantallas con las que todos los ciudadanos pueden disfrutar de las representaciones en plena calle y de manera gratuita.

TESTIGO DE LA HISTORIA.

En sus inicios, la avenida iba creciendo con los fondos de familias adineradas -como los Epstein o los Todesco-, que respaldaban la construcción de grandes edificios que llevarían su nombre, y con el sudor y esfuerzo de los obreros, obligados a trabajar durante largas horas a cambio de una escasa remuneración.

Desde entonces, la Avenida del Ring ha sido testigo de los hechos más destacados de la ciudad; como el cambio impulsado por la Exposición Universal de 1873, que favoreció la aparición de lujosos hoteles como el Grand Hotel -el más antiguo de todos-, o el desfile para celebrar las bodas de plata de los emperadores. También en ella se han dado algunos de los eventos más curiosos, como la llegada del primer semáforo de la ciudad o del primer paso de peatones.

La burguesía pronto encontró en el anillo el escenario perfecto para sus paseos, y en él proliferaron los cafés, lugares de encuentro y tertulia que han quedado vinculados inevitablemente a la imagen vienesa. Durante la llamada Viena de fin de siglo -la que transcurre en los alrededores del año 1900-, los intelectuales y artistas se reunían en estos locales, que fueron desapareciendo poco a poco según avanzaban los años. Sin embargo, algunos cafés han resistido el paso del tiempo, como el Schwarzenberg y el Landtmann, en los que hoy se puede degustar los dulces más reseñables de la pastelería vienesa, como la conocida Tarta Sacher.

Ya lejos de los fastuosos actos festivos de los emperadores, la Ringstrasse siguió siendo un lugar clave para la ciudad, y vivió eventos como la proclamación de la Primera República en el Parlamento, en 1918, o el anuncio de anexión del país a la Alemania nazi, momento para el cual Hitler escogió la Plaza de los héroes, del Palacio Hofburg.

EXPOSICIONES CONMEMORATIVAS.

Con motivo del 150 aniversario, la ciudad se vestirá de gala y sus museos se llenarán de exposiciones que explicarán cómo la vida de la Ringstrasse se ha ido tejiendo de manera paralela a la de la propia Viena.

Así lo hará, por ejemplo, la Biblioteca Nacional austríaca, que acogerá la exposición “Viena se convierte en metrópoli. La Avenida del Ring y su época”, un retrato de la Ringstrasse a través de las diferentes formas artísticas que inmortalizaron su evolución y la de la ciudad.

El Museo Judío hará un especial hincapié en aquellas familias acomodadas que, gracias a su dinero, contribuyeron al desarrollo de la avenida, en “Ring – la historia judía de un bulevar”.

Por su parte, con la exposición “Klimt y la Avenida del Ring”, el Museo Belvedere recordará al padre de una de las joyas que guarda entre sus paredes, “El beso”, y desarrollará alrededor de la figura de Gustave Klimt una muestra en la que se exhibirán algunas de sus obras tempranas nunca vistas, vinculadas a los años de esplendor de la Ringstrasse.

Efe-Reportajes.